Muchos no entendían lo que esta mujer estaba haciendo. Mientras caminaba tarareaba una de las últimas canciones de cuna que le cantaría a su bebe y una lágrima mojaba sus mejillas, pero sus pies no se detuvieron hasta que llegó a las puertas del templo. Puedo imaginar un corazón triste y unos ojos llenos de lágrimas. Esta mujer, Ana, estaba entregando a su único hijo, a su milagro, a su bebe de un año, al servicio de Dios. Nadie entendía la decisión de esta madre “desnaturalizada”, pero había algo más grande que los sentimientos de una madre, algo mucho más grande que el ver crecer a un hijo. Por sobre todas las cosas, ella le había hecho una promesa a Dios.
(Esta historia está en la biblia, léela: 1 Samuel 1)
Ana no podía tener hijos y sufría muchísimo por ello. Hasta que un día, le prometió a Dios que si le daba un hijo, ella se lo entregaría. Yo no sé tú, pero a veces cuando estamos pasando una necesidad, le pedimos a Dios un milagro o que nos bendiga con/en algo, y al mismo tiempo le prometemos a Dios muchas cosas si él se mueve “PRIMERO”. Entonces cuando Él cumple y luego nos toca hacer nuestra parte, muchas veces nos llenamos de excusas tales como: “Dios, entiende que ahorita es difícil”, o “necesito una (y hasta otra) confirmación”, y “De repente esto no es de Dios”, etc. Pero es ahí cuando nos toca. Donde muchos de nosotros no cumplimos con lo que prometemos.
¿Sabes qué es lo curioso? Dios siempre cumple su promesa primero que tú. Para que hayas llegado al dilema de tener que decidir si cumplir con tu promesa o no, es porque sientes que estás obligado, pues Dios cumplió primero, nunca fue al revés. Piensa en esto:
Acuérdate que las últimas palabras de Jesús fueron “CONSUMADO ES”, que también significa “PROMESA CUMPLIDA”.
¿Te acuerdas de esa promesa que le hiciste a Dios? Quizá hoy día el Espíritu Santo está trayendo a memoria esa promesa. Entonces no le des más vuelta, ¡simplemente cúmplela! Yo te aseguro que por más difícil que sea, encontrarás eternidad en ella.
Deuteronomio 23:21-23
Cuando haces voto a Jehová tu Dios, no tardes en pagarlo; porque ciertamente lo demandará Jehová tu Dios de ti, y sería pecado en ti.
Mas cuando te abstengas de prometer, no habrá en ti pecado.
Pero lo que hubiere salido de tus labios, lo guardarás y lo cumplirás, conforme lo prometiste a Jehová tu Dios, pagando la ofrenda voluntaria que prometiste con tu boca.
Pastor Sebastián Alencastre