Con alguna frecuencia los asuntos de la vida cotidiana no suelen salir como quisiéramos y junto a ello las demás cosas a nuestro alrededor parecieran seguir el mismo camino. El trabajo no funciona como quisiéramos, los hijos se rebelan, las notas de la hija menor no son las mejores y como si hiciera falta algo, el matrimonio parece más dormido, que medio despierto.
Cuando todos los asuntos están así, nuestra cabeza está hecha un nudo sin una punta de dónde tirar. Todo parece estar muerto y sin atractivo. Así veía María Magdalena la vida a partir de las tres de la tarde cuando el Maestro a quien amaba había muerto en la cruz. La vida para ella parecía no tener sentido y el horrible dolor que tenía en su corazón no tenía nombre. Demacrada, desaliñada y caminando sin sentido y llena de tristeza se acerca a la mañana siguiente a la tumba y se encontró con una tumba vacía.
¡El mismo poder que resucitó a Jesús es el mismo poder que resucita todos tus asuntos, el que devuelve la vida a tu matrimonio y es el poder que devuelve los hijos a los padres! Pero nada de esto sucede sin luchar a través de la oración para activar el poder de vida que da Dios para resucitar lo que está perdido. Hay que pasar por una noche oscura para tener un día claro y lleno de esperanza y si queremos la calma y la paz, estas solo vienen después de las tormentas.
1 Corintios 6:14
Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder.
Jorge y Mariella Santos