Cuando el médico receta un medicamento, vamos a la farmacia y compramos exactamente lo que él ha prescrito en la formula. La etiqueta informa acerca de la cantidad de sustancia activa que tiene y los demás excipientes no se mencionan si no que quedan involucrados en la sigla: “Excipientes c. s. p.” Esos excipientes pueden ser uno, dos, tres o más sustancias que permiten que el medicamento sea estable en el tiempo, tenga la dureza suficiente y que no se deteriore rápidamente, aparte de otras propiedades.
Las advertencias dicen: “hipersensibilidad a la sustancia activa”. Todo va estudiado y dirigido principalmente a la sustancia activa, pero también los excipientes producen fenómenos alérgicos o de intolerancia, junto a otros fenómenos indeseables. Esto es precisamente lo que no se ve, aquello que está oculto en una de esas sustancias y que puede causar algún daño.
Proverbios 4:22-27
Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. 21 No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; 22 Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo. 23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida. 24 Aparta de ti la perversidad de la boca, Y aleja de ti la iniquidad de los labios. 25 Tus ojos miren lo recto, Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante. 26 Examina la senda de tus pies, Y todos tus caminos sean rectos. 27 No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; Aparta tu pie del mal.